Nada es relativo

Me gustaría expiar mis culpas, es decir,
que al levantarme confiese una saliva bien fina, sin grumos que estorben al hablar, atravesados en la lengua como dueños aconsejando rendirse;
y que olvide que el día nace con una enormidad de sombreros de soles para las cabezas múltiples de cada uno.
De más nadie es la urgencia que mía, de nadie más el camino para sacudir las culpas.
Me gustaría soltarlas en lo que me queda.
Verlas caminar delante mío, con sus murumacas, y esconderles sus uñas, pequeñas, recortadas con pérdidas.
Nadie imagina que no huelen, hermoseadas por las manos.
Una alegría puede ser una esperanza vana.
Un sacudimiento, el pasar lo que no quiero, el momento con su fiesta nombrando, acariciando
el tono.
Las expiaciones se reinventan.
Me gustaría tomarles de la mano
a que exploren
- hay tantos gustos que no he andado-.

Comentarios

Entradas populares