Muros mojados
Como regalo ha dejado paredes húmedas
y una tentación latiendo en los muros.
Bruscamente nos retiró su encanto.
Estaban mis rodillas frente al cristal de la ventana,
arreboladas con su música,
las plantas de los pies luctuosas,
las pestañas puestas de cobija
y la casa hecha un papel.
Los muros brillan, entregados,
no hay palomas sobre ellos.
El agua chorrea buscando artificios,
y una negrura le guía.
Qué música le entrega a mi casa,
a los oídos rotos de esta concha.
Como nunca antes siento al techo
cubriendo no sólo mi desnudez, sino al miedo.
No me atrevo a estornudar
por miedo a que se venga abajo la palizada
que no deja entrar al sol de cuerpo entero.
Si se fue la lluvia,
no quiero que me vean respirándole al cielo.
Si se ha ido a situar encima de otros mares,
por allá andará haciendo que otros miren hacia arriba.
Otros se dispondrán a la fiesta.
Me la imagino deshaciéndose
desde la oscuridad que fuera el pronóstico.
Techará los lugares.
Y con su estrépito,
acallará estos muros.
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