Viejos de miedo

Estoy siendo perseguida. En donde quiera que me meta ahí está la presencia implacable y lumínica de un closet .-
                                                                            Carmen Karin Aldrey 




Estoy inflado porque la vejez infla.
Se despereza temprano,
y dispuesta a insinuar una pesadilla,
después de haber creído en algunas cosas,
mi vejez le teme a Karin Aldrey.
A Karin Aldrey anda buscando un closet
y se me abulta su silueta.
Yo quisiera ser como el padre que nunca se miró al espejo,
pero mi vejez se asoma desde su fondo oscuro
y sus gafas se hacen tijeras detrás de los ojos
en su montura de caballo.
La vejez mía es sencillamente un aire, un vientecito que galopa,
bum bum,
bum bum
y afuera del aire vive Karin Aldrey.
Ha estrujado un manto de oraciones que ni edad tienen.
Abultado, insisto, me estiro.
Descubro un jardín oculto en la punta de mis dedos, y allá voy,
hacia flores que no se desgranan,
sino que me dicen
que dé vueltas entre pistilos,
como un Birdman.
Mi vejez va poniendo las cosas en orden: estoy inflado,
y la escualidez anterior
es un ejército de quisquilla.
Tal vez acomode piezas con facilidad y husmee entre ellas,
para ver si algo falta,
pero a esta edad
sólo Karin Aldrey puede encontrar una disciplina
que me traicione.

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