Kinésica







Lo que menos importa es salir de aquí,
vamos a morir de todos modos. 

Los cuadros chorrean una filosofía que no vamos a tomar en cuenta, 
instan a que postulemos una línea que incluya al universo. 
Pueden escucharse sin embargo, por entre los poros, nuestro fractal de la creación.
Lo que menos importa es ocultar quién somos.
Haremos sólo algunas cosas que queremos, y oiremos en las gradas los abucheos éticos. 
Cuesta más que el amor, el egoísmo; y nos acompañan los demás. 
Ni intentemos, siempre nos consideraremos principiantes y alguna vez no habrá más que aspirar.
Nos definimos como personas
y difícilmente iremos tras lo convencional: bandos, guerras, 
expediciones para entretener la calma. 
Soñaremos con los Himalayas 
y esos compañeros adláteres que nos ayudarán al suspiro supremo. 
Para salir de aquí harán falta mecenas, 
esos instrumentos que se burlan de las dimensiones: lo que menos importa es la moral, 
si, sibaritas, semanalmente extralimitamos el borde.
Importará si nuestros versos son obscenos, 
si esta individualidad no ceja en sentirse desviada.
Siempre hablarán de voluntad, agrupando el nombre de la muerte. 
Y gritaremos que tenemos intención de gritar,
cuidadosamente, distinguiremos lo que es hacer de ser. 
Lo que menos importa son los códigos, 
si logramos sacudirnos de su magia. 
Estos son los conocimientos.
No serán vehículo de nada que no queramos. 
No nos preparará para la propia ley: jugaremos con el equipo extraño, 
comeremos del alimento prohibido, 
habitaremos, pero la tierra será menos que salir de aquí. 
Pensaremos y diremos que amamos. Sin dudas insistiremos 
en los conceptos que creemos, desdoblaremos el control
(ya somos dios)sobre el gráfico que le debemos a la mente.
Estamos haciendo la voluntad del universo. 
Entonces es imposible que algo salga mal.
Tampoco se tendrá en cuenta la concupiscencia, el dualismo que venimos arrastrando 
y que nos asigna el bien. 
Habrá un cierto respeto al mal, a su vergüenza. 
Tendremos que apoderarnos de la clave. Es decir, el mundo nos seguirá rodeando, 
la realidad no tiene que ser necesariamente el porvenir,
no basta con sentirnos presentes.
Las palabras son la omnipotencia.
Podremos hacer, todavía no nos dejan querer lo que queremos.
No importa que estemos aquí.
el deseo es la Ley.

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