Amo
su abundancia de sesgos y cortes.
Le amo la incandescencia que despierta en el mar,
el ala oblicua de la ola haciéndose visible entonces.
Odio el tinte opaco que resulta de eso.
Y darle tablas al mar,
sentir que las pueden partir lo máximo de la ola,
que siempre bajan a lamerse aberturas en la inquieta arena.
Yo soy el Caballero de Opaca Armadura,
átenme pues al mar.
Las olas están cansadas.
Valen mucho, tablas.
Valen mucho, tablas.
Aguántense de mí.
Comentarios
Publicar un comentario