Por aquí no hay hojas









Por aquí no hay hojas de yerba y más de una mano me manda a callar. 
Whitman pasa riendo con sus muchachos. 
Les miro y les quiero decir sobre la muerte o que aquí no estuve.
Mi silueta puede adquirir caprichos que nadie imagina. 
Atentos, los que controlan, vigilan donde miro. 
Sin embargo, camino sin parar. 
Asfalto y jungla, laberintos y odeliscas a mi paso. Ante todo reverencio.
Es realmente duro, áspero el trecho que hay que andar. 
Saco un tapón del escondite y me disuelvo entre los que toman café, 
o sudan ensartando a su amante, y a todos los envuelve mi silueta de nada. 
Y como la nada, pasa.
Ni una sola hoja de yerba. 
Solo Whitman inquietante y su energía, rodeándole.





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