Enigma

Guillermo Tell, Salvador Dalí
En el momento del placer sexual, donde suele descargarse  la energía, suelta una carcajada. 
No sabe por qué. 
Una sensación de alegría le invade y prestando atención a cada uno de los detalles 
que están sujetando las circunstancias, 
abre la boca y la risa le brota espontánea, coherente.
Nadie más participa de esa emoción especialísima.
Contorsiona con expectación 
y bate las mandíbulas, los dientes al aire y una saliva fina le cubre.
En la confusión se ablanda y al retorcerse, y sin lograrlo,  
busca de nuevo, algún indicio que seriamente señale lo que está pasando.

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