Disparate

Pigmalión y Galatea, Jean-Léon Gérome
Y súbitamente, recuerda que aún púber 
entró de la mano de aquella al pasillo vacío, 
y como una despedida, ella le dio un consejo que era una advertencia dulce, 
y la mano de ella se hizo un capullo y le tomó la barbilla, 
comenzando una caricia con la punta de los dedos 
desde el justo ángulo de ambas mandíbulas hasta terminar suave, 
lo más parecido a lo dulce, en la punta de la barbilla, 
y luego vio alejarse la mano todavía hecha capullo a los lados del cuerpo de ella, 
que empezó a caminar y a alejarse. 
Y que quedó
con los sentidos exaltados, con aquel estado descubierto.

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