Veredicto















¿Acaso alguna vez fuimos lo mismo?

Nos desgajamos apenas prendidos de los sostenes

y de lado, nuestras puntas que siempre tuvieron esa nitidez en los acabados,

cuelgan sobre el panel incierto.

La pantalla que juega a que nos conduce,

nos ve inertes alejarnos poco a poco del timón 

y en nuestra proyección desde lo alto,

cualquier claridad es ridícula.

No somos lo mismo.

Se apegaba al borde para salvar la fisura, esta generación

que se estira para lucir en el lugar.

No hay nada más que este espacio, en todas direcciones se termina lo que empieza,

se establecen veloces los espejos para que el ojo vuele.

Alguna vez alguien nos apuntó con el dedo,

se maravilló con nuestra función correspondiendo a la forma,

nos encontró paralelos, dispares.

Y es que tal vez fuimos el techo y parapetamos lo que se quiere

y lo que dejó de quererse;

siempre nos miraron.

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