Callejón sin salida
El remate fue acorde a aquel destino hecho por mí, deficiente y miope,
recogiendo las mordidas de las fieras en las carnes que expongo y escondo,
que inician y entierran.
Me hubiera gustado - no la aureola - la honra, esa notoriedad
en algún asunto que concierne a los hombres, y poder caminar entre los demás
con la seguridad de las rocas que aún sabiendo que el agua las corroe lenta y sibilinamente,
se mantienen con la cabeza en alto
hasta el momento de desmoronarse.
Me hubiera gustado el fundamento,
pero me costó trabajo vivir la vida por ella misma, respirarle su aire,
digerir su alimento.
Anduve de allá a aquí sin saber a ciencia cierta cuál es el hilo conductor,
olvidando tan rápido lo que ha pasado, que no sé lo que ha dado origen,
y dudo que mi razón tenga suficiente destreza para entonar una explicación
a lo que ahora mismo hago.
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