Ya trabada la lucha
Un solo y diminuto espacio, ingente y natural, necesito.
Lo aborda mi desesperación más cobarde.
Hace rato que el alrededor me tiende la carnada y si abro la boca, no muero,
pervivo en mí contra mí.
Ese andurrial que persigo, con su tenue luz y bordes de relieve,
está atravesado por el paso veloz del que se va,
y espera al que vuelve con la misma paciencia con que se tiende.
Como lo veo en frente de mis pies, creo que si alargo la mano, lo hago mío,
pero sabe que me alimenta en la distancia
y deja que mi ansiedad se desboque
sobre la esperanza parca que sostiene.
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