Como a tres

A algunas personas, como a tres al menos, les intriga saber cómo es la habitación que habito, 
si sus paredes al tocarlas me permiten extender cual soy, 
 adornos extraídos de las guerras de los techos,
y si el piso lleva efectivamente al escoldo en que me aflojo.
Ah los clichés, los pensamientos repetidos que nos asedian, ¿cómo es 
que le indicamos el rumbo a su espermatozoide?
Les desvela pensar que no tienen certeza de mis sábanas mortales, 
y de si doy vueltas por el pasillo sin atreverme a entrar.
Ah los paradigmas, todas esas falacias de los cursos ajenos.
Son pocas personas, pero bastan para hacerme sentir que estas paredes existen, 
incluso las escupidas que las hacen sagradas.
Ah yo, este cliché sin paradigmas.

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