Si pudiera

Si pudiera elegiría ser el que soy cuando estoy en sitios como éste, 
sin la necesidad de tantos monosílabos innecesarios, 
de los que también lucí en días que no tenía por claros 
con energía sin saber cómo encaminarla y al final resolvía con respuestas escogidas de todos los labios, 
de todas las bocas que se hicieron mías. 
Nadie me vio triunfar, sólo yo vi que el paso era de alambre en su combustible exiguo.
Hay gente rodeándome como si vivir por aquí fuera lo más natural del mundo. 
Hacen lo que quieren. 
Hablan con labios y lenguas y dientes que se esconden y reaparecen en un juego de sonrisas y manías que a todos divierte.
Una descubre sus pechos tras el escote verde 
y otro cuelga las manos a raíz de las muñecas, con guantes inventados, terrosos, que no tocan nada. 
Aquella oreja, roja de encresparse sobre sí misma, ladea el rostro hacia la derecha 
a sabiendas que en el otro lado le repele un viento esquivo.
Unos collares blancos penden de un cuello y nadie hace uso de ellos. 
Floto, sin poder elegir. 
Estos omóplatos son extensos y un gris demasiado prominente los cubre 
de manera que se vuelven acordes que se tragan la posibilidad de que existan.
Si pudiera elegiría.





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