Me organizo

Organizo el día sin un plan determinado, y sé que todo saldrá como siempre, es decir, dos o tres tareas serán hechas 
con unos espacios que nunca sabré donde han ido.
Tengo la sensación de que el próximo minuto contendrá algo valioso.
Extiendo la mente con ojos más allá de la pared, del patio, de las casas, más allá, donde sólo se abre un camino que tampoco es camino ni túnel, sino una explanada de mi pensamiento; 
veo que hay una repetición de lo mismo hasta el cansancio, 
un andar silencioso y acechante, un esperar la casualidad que no llega sin chance de mirar atrás.
Ojalá hoy algo rompa el encuadre. 
Mis coordenadas parecen situadas de forma rígida y desde adentro no hay anclaje suficiente para desatar las verjas, 
abrirle ojetes a la red. 
Esta es la edad del tal vez.
No determino qué es diferente, ni si mi decisión se pondrá al alcance de muchos, 
si subiré un brazo, bostezaré luego, si me darán la mano para saludar correcto, 
la boca ramera presta a una media sonrisa 
que no sabe tampoco a donde va y lo mismo se afila frente al espejo, 
que corre a las patas del enemigo.
Los enemigos no existen, ni siquiera la palabra existe - la boca
chorrea hacia adentro su comisura, 
enjuiciada, impúdica y ansiosa quiere representar el día.

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